sábado, 25 de julio de 2009

Carta 1

LAS CARTAS DE JERUSHA ABBOTT
AL SEÑOR PAPAÍTO - PIERNAS - LARGAS SMITH

Fergussen Hall 215

24 de septiembre

Querido y bondadoso síndico que manda huérfanos a la universidad:

¡Aquí estoy, por fin! Ayer viajé cuatro horas en tren. ¿No es una sensación curiosísima? Era la primera vez que me subía a uno.

En cuanto a la universidad, es el sitio más enorme y desconcertante que haya soñado jamás. Me pierdo cada vez que salgo de mi cuarto. Más adelante, cuando esté menos confundida, le enviaré una descripción completa. También le contaré de las clases, que no empiezan sino hasta el lunes por la mañana y ahora estamos a sábado por la noche. Sólo quería escribirle una carta en seguida para trabar conocimiento con usted.

Produce una sensación muy rara escribir a alguien a quien no se conoce. Me parece raro, de todos modos, estar escribiendo una carta, ya que en toda mi vida no he escrito más de tres o cuatro. Le ruego, pues, que perdone si las que le envío no son precisamente un modelo de estilo.

Ayer a la mañana, antes de partir, la señora Lippett mantuvo conmigo una conversación muy seria. Me indicó cómo debía portarme por todo el resto de mi vida y sobre todo cómo portarme con el bondadoso caballero que tanto hace por mí. O sea que tengo que ser "sumamente respetuosa".

¿Pero cómo diablos sentirse respetuosa con una persona que quiere que la llamen John Smith? ¿Por qué no habrá elegido un nombre con un poquitito más de personalidad? Tanto valdría escribirle al "Querido Poste del Telégrafo" o al "Querido Buzón de la Esquina".

Todo el verano pensé mucho en usted. Tener alguien que se interese por mí me hace sentir casi como si hubiera encontrado una especie de familia, como si ahora perteneciera a alguien. Y le aseguro que me resulta una sensación muy reconfortante. Debo confesar, sin embargo, que cuando pienso en usted, cuento con muy poco material que mi imaginación pueda elaborar. Hay sólo tres cosas que sé con certeza:

I. Usted es alto.

II. Usted es rico.

III. Usted odia a las chicas.

Podría llamarlo "Querido Odiador de Chicas", sólo que eso resultaría insultante para mí. O "Querido Sr. Rico", lo cual sería insultante para usted, como si ser rico fuera su única cualidad importante. Además, ser rico es una contingencia puramente exterior. Podría suceder que no siga usted siendo rico toda su vida. Muchos hombres muy inteligentes se arruinan todos los días en la Bolsa. Pero que es alto... sí, eso seguirá siéndolo toda la vida. De modo que he decidido llamarlo "Querido Papaíto-Piernas-Largas". Espero que no tenga usted inconveniente. Será un sobrenombre particular y quedará entre nosotros. No le diremos nada a la señora Lippett.

En dos minutos va a sonar la campana de las diez. Nuestra jornada está dividida en secciones por medio de campanadas. Comemos, dormimos y estudiamos al son de las campanas. Resulta muy estimulante. Me hace sentir todo el tiempo como un caballo de bomberos. ¡Ahí sonó la campana! Hay que apagar las luces... ¡Buenas noches!

Le ruego observe con qué precisión obedezco los reglamentos. Eso se debe a mi formación en el asilo John Grier.

Suya, muy respetuosamente,

Jerusha Abbott

No hay comentarios: