jueves, 10 de marzo de 2011

número 3 = Joyce

Uno, dos, tres.

Y dice así.

BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA.

Voy caminando por Av. Corrientes, por este asunto de que nunca jamás en la vida vuelvo a entrar al micro-centro en auto. Para que esta el subterráneo? Años me llevo organizarme las rutas de donde dejar el auto en las afueras para así empalmar el servicio público y al carajo. Carajo el calor que hace en el subte a esta altura del año, pero ese es otro tema. Me hace acordar al Juanjo Saer y sus reflexiones en cuanto al frío extremo… pero a la inversa.

BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA.

No entiendo porque esta mujer se empeña en cuidarla. No le veo razones a tan extremo y avocado cuidado. “no te olvides de pasar por la tintorería” repetido unas mil quinientas veces, sin sumar los mensajes de texto. No me olvido querida, no. No me olvido. No me olvido que esa señora me trajo al mundo pero parece nunca haberse dado cuenta. Y ahora me toca a mí pasar por la tintorería. Le compraste a tu madre la medicación? Eduardo, con esa jubilación cochina no llega a subsistir ni 10 días. Vivimos en su casa Eduardo. Viste Eduardo el auto de tu viejo? El que se quedo tu hermano? Lo tiene como nuevo. Va mi hermano a comprarle la medicación a la vieja? Va mi hermano a los chinos a poner en condiciones su ropa de cama? A quien decidió privilegiar en la educación esa mujer? NO A MI.

BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. POR FAVOR BASTA.

Nunca dijo nada, nunca un gesto, nunca un nada. La nada misma. Y yo que dale que va, la siento como si aun estuviese en su vientre con el taka taka “no servís para nada Eduardo, sos un altruista pobre y hippie”… sos un bohemio que a veces se empeña en andar con sandalias por la calle en pleno año 2000.

Me ofusco, que veo a mi alrededor? Saldos y más saldos, libros y más libros. Por la tintorería paso mañana, este calor de la san puta no va a bajar por lo pronto hasta mañana, a quien le importan las putas mantas.

(*)

Suena el teléfono, me engancha adormecida en el sillón mirando la novela del mediodía… HOLA, digo… “oime una cosa, Marta esta rara… sabes que Marta no luce a nada… nunca… pero te digo una cosa, Marta esta rara”, jamás un hola ni una mierda con Angelita, el OIME de esa tilinga viene cumpliendo funciones de variados tipos… llamada de atención, saludo, inicio de insulto, la cena esta servida, me paso por el traste a los vecinos, soy una retorcida… etcétera. VOY PARA ALLA, le contesto. Y sabiendo que antes de terminar de escuchar la frase, va a cortar, pues bien, ni me despido.

Marta rara. A la mierda. Mejor que Eduardo se haya acordado de la medicación. Voy para allá, no especulo, voy para allá. Me intriga saber que le implica “rara” a la otra perra. Estoy saliendo con la cartera en el aire, a medio cruzar por la espalda, cuando llega Juancito el del último piso… ESTA LISTO JOYCE? Me pregunta. Lo miro con cara de “QUE COSA?” ah digo…. Perdoname, salía apurada. Corro nuevamente hacia adentro terminando de poner la cartera en su sitio, manoteo del perchero el bretal, le chiflo a Joyce… el tipo se toma su tiempo en venir, nació con toda la fiaca puesta ese animal. Pero al menos hizo mejoras desde que sale de paseo con sus amiguitos.

GUTIERREZ…. HAY ALGO QUE VOY A COMENTARLE, PERO NO DEBE SALIR DE ESTA OFICINA.

Le dice Armando (jefe de personal a Gutiérrez). Escupa de una vez.

(10/3/11)

miércoles, 9 de marzo de 2011

número 2 = No se puede más así.

Uno, dos, tres.

Y dice así.

GUTIEEEEERREEZ!!!!!!!!!!!!!!

Le grita el jefe de personal al infeliz de nuestro Gutiérrez, afiebradamente le grita el tipo… lo que implica copioso sudor… camisa pegada en la espalda, manchoneada en las tetillas y la barriga. Gota que corre ya inexorablemente por la sien. Todos sabemos como alguien furioso y afiebrado puede lucir, más con esos kilos extra acumulados por la dejadez de años… Armando ((jefe de personal) no solo cultivaba el arte del buen comer – beber, sino que descreía INCLUSO de correr tras una pelota con amigos, el tan popular balón pie, desde allá lejos en su juventud.

No importa ahora si a Armando (jefe de personal) le gusta o no el fútbol, que va… el asunto es que esta mega furioso con Gutierrez… los compañeros de oficina, miran, piensan, otra vez sopa. Ufff al menos hoy no me toco a mí. Gutiérrez levanta la mirada de su ordenador, hace un rápido recorrido de tanteo entre sus colegas. Todos absolutamente todos, desvían la mirada. Se para. Y cordialmente, como suele ser todo todo el tiempo, pregunta “Digame Sr. Pastore, en que puedo ayudarle?” los compañeros, miran, piensan, este tipo jamás va a cambiar la frase. Es un pelotudo.

A MI DESPACHO, AHORA.

No me gusta como me trata este caballero pensaba para sus adentros Gutiérrez, no me gusta que mis colegas hablen mal a sus espaldas tampoco. No me gusta que se burlen de sus defectos. También se burlan de los míos. Se burlan entre ellos de los de todos ellos mismos. No me gusta. No me gusta que levante de manera tan estruendosa y poco cordial su voz. Pero no tengo muchas opciones creo. Piensa Gutiérrez. Quien paga el alquiler? Quien le envía a Marta secretamente esas galletitas Holandesas que tanto ama? Cincuenta mango la caja, una barbaridad de precio. Pero Marta las ama. Y quien va a pagarlas si no soy yo.

EN QUE PUEDO SERLE UTIL SR. PASTORE?

SIENTESE GUTIERREZ, ALGO ANDA MAL. TENEMOS QUE HABLAR.

(…)

Voy en el colectivo rumbo a mi cita con el odontólogo mirando los colores de Buenos Aires… los rosas que las flores de ultima hora andan desperdigando por ahí… no debería de haber aceptado este horario para el turno, pienso. Si Eduardo se llega a olvidar de mandar a la tintorería las mantas de Marta, con que se va a tapar la pobrecita? El otoño tarde o temprano (más bien temprano) va a venir. Salgo del odontólogo pensando en la tintorería, en Eduardo, en si se habrá acordado de la tintorería, en Marta, en pobrecita. En esa otra sorete que no es capaz de compartirle parte de sus abrigos de cama. Pienso, no es capaz de compartirle nada. Y que haría esa mugrienta sola de su maldita vida me digo… sin Martita allí. Casi como secuestrada. Pienso dos cosas más, como no logro sacar a Marta de ese sitio y que porque antes de ir al odontólogo no voy a terapia. Me haría mejor. Y el efecto de esta anestesia de mierda no existiría.

Podría sacar a Marta. Se me ocurriría la idea precisa y necesaria.

“Mira Marta, la de enfrente parece que tiene macho nuevo… no le cuesta nada conseguirse un fato. Un segundo le cuesta a la descarada…. La ves? Lo ves a ese señor ahí? Que vergüenza, por favor. No se puede más así.”

NO SE PUEDE MAS ASI.

Contesta finalmente Marta, y casi mata a Ángela del espanto.

(9/3/11)

martes, 8 de marzo de 2011

número 1 = Mira Marta.

Uno, dos, tres.

Uno, dos y tres.

Y dice así.

“Mira por la ventana Marta, los gatos emputecidos una vez mas” le dice Angelita a, claro, Marta, que ni le interesa en lo más mínimo observar a esos dos gatos mugrientos en celo.

Las miro a las dos de reojo y salgo corriendo de ese sitio toxico asfixiante. Como es posible, me pregunto y me pregunto, como es posible. Marta, sumisa va y se asoma a la ventana. Todos los malditos días ocurre lo mimo. Todos los putos días del Señor.

“Mira Marta la tarada de enfrente anda en bombacha cerca de la ventana, uno de estos días alguien va a entrar y la va a violar, ya vas a ver, oime lo que te digo”… “Mira Marta…”, “Mira Marta…” cuando va a reventar Marta me pregunto siempre. Esa es mi reiteración. Cuando Marta va a volar por los aires. Cuando va a atacar a Angelita con un cuchillo al grito de “NO TE SOPORTO MAS, muere muere, muere”…. O no. O decide darle una sacudida con algún sartén, siempre a mano el sartén, claro, la que cocina es la pobre Marta.

Mi patología es seguir viniendo religiosamente a este sitio toxico asfixiante. Con que necesidad? Es esto morbo? Es esto culpa? Es esto amor hacia Marta? Es esto la pura costumbre y que la cosa ya es así? No lo sé. Hay cosas que mejor no alterarlas. Y si de pronto yo no vengo un día, y justo ese es el día en que Marta decide pegarle el sartenazo a la otra inmunda? Necesito verlo. Necesito verlo? Seria digno de ver. Si.

De pronto y en plena rajada mía, el vecino del octavo que venia cordialmente a preguntar por la salud de Marta. Le sonrío, yo creo que ese buen hombre tiene algún tipo de interés más allá de la cordialidad vecinal con mi Martita, y cuando estoy al borde de esa misma manera cordial, por contestarle, la bruta horrorosa esa me empuja como si fuese yo misma parte de la puerta, como si fuéramos una sola pieza de madera y 16 cerraduras y lo espanta al grito de “bien Gutiérrez, le agradezco que pregunte. ADIOS” (pronunciado Gutiérrez de manera tal que el buen Señor entienda cuan calado ella lo tiene y cuanto desprecio puede uno formarse con ese “calamiento”)…. Me mira. Me mira con esa cara de “que haces? Entras, te vas, o te estampo nuevamente con la puerta, porque es inminente que la cierre con violencia”… si, todo eso se puede leer en la expresión facial de la retorcida. Es el gran libro abierto. Solo que uno de malísima calidad en todos los aspectos. Mala trama, mal desarrollo, mala encuadernación, pésima calidad de papel…. Todo de malísima calidad. Una ofensa para cualquier humilde lector. Eso es. Angela.

Cuestión es que me voy, si, andate bien a cagar le digo con MI mirada. Y un montón de guarangadas más que últimamente intento refrenar. No le hacen bien a Marta, esa es la verdad. Y acá el asunto es Marta, su ausencia de la realidad, su estado de entrega absoluta a un entorno asfixiante, toxico y viciado. A veces pienso, si sobreviviría fuera de allí. Si podría controlar traspasar la ventana y ver a los gatos corriéndose en la vereda. A veces pienso, que le provocaran los gatos. Le gustaran los gatos a Marta al final del día? Se me hace que nunca voy a tener mas que un puñado de especulaciones. Muy por el contrario a esa conchuda, el rostro de Marta permanece inmutable. Marmóreo. Solo cruzado por las rayas de los años.

En este instante me pregunto. Que día ocurrirá?

(8/3/11)