Lapicera nueva.
Poncio maniaco.
Bipolar.
Quien lo hubiese dicho.
“Desprende”
Me dice.
En el bodegón.
Me pierdo en San Telmo.
Y decido.
Nadie más que uno.
Venimos solos.
Estamos solos.
Nos vamos solos.
Me conformo con tan poco.
Y también es un pecado.
La gente no siente tanto.
Y vive mejor.
La gente no piensa tanto.
Y transcurre mejor.
La gente no sabe tanto.
Y deviene mejor.
No hay esperanzas.
Solo frialdad.
Y a ella debo abrazarme.
Mundo real.
Menos sentimientos.
Menos pensamientos.
Menos conocimientos.
Menos esperanzas.
No hay.
No para mí.
De alguna forma me arrebata.
Y triunfa lo inevitable.
Nada ni nadie es especial.
Pero en la puerta de
Pedí. Te pedí. Para mí.
No pierdo nada.
Si lo dejo ir.
No me puedo perder más a mí.
Ya ocurrió.
No espero nada de mañana.
Nada va a llegar.
Es así.
(*)
“No puedo trabajar porque mi cuerpo enfermo no lo tolera”
La reina del primer piso, Viviana, en uno de sus monólogos.
1 comentario:
yo decidi resumir todo en una frase. "una existencia rota" y ya, para que tanta vuelta
me gusta... lo existencialista siempre me gusto
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