Uno, dos, tres.
Y dice así.
BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA.
Voy caminando por Av. Corrientes, por este asunto de que nunca jamás en la vida vuelvo a entrar al micro-centro en auto. Para que esta el subterráneo? Años me llevo organizarme las rutas de donde dejar el auto en las afueras para así empalmar el servicio público y al carajo. Carajo el calor que hace en el subte a esta altura del año, pero ese es otro tema. Me hace acordar al Juanjo Saer y sus reflexiones en cuanto al frío extremo… pero a la inversa.
BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA.
No entiendo porque esta mujer se empeña en cuidarla. No le veo razones a tan extremo y avocado cuidado. “no te olvides de pasar por la tintorería” repetido unas mil quinientas veces, sin sumar los mensajes de texto. No me olvido querida, no. No me olvido. No me olvido que esa señora me trajo al mundo pero parece nunca haberse dado cuenta. Y ahora me toca a mí pasar por la tintorería. Le compraste a tu madre la medicación? Eduardo, con esa jubilación cochina no llega a subsistir ni 10 días. Vivimos en su casa Eduardo. Viste Eduardo el auto de tu viejo? El que se quedo tu hermano? Lo tiene como nuevo. Va mi hermano a comprarle la medicación a la vieja? Va mi hermano a los chinos a poner en condiciones su ropa de cama? A quien decidió privilegiar en la educación esa mujer? NO A MI.
BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. BASTA. POR FAVOR BASTA.
Nunca dijo nada, nunca un gesto, nunca un nada. La nada misma. Y yo que dale que va, la siento como si aun estuviese en su vientre con el taka taka “no servís para nada Eduardo, sos un altruista pobre y hippie”… sos un bohemio que a veces se empeña en andar con sandalias por la calle en pleno año 2000.
Me ofusco, que veo a mi alrededor? Saldos y más saldos, libros y más libros. Por la tintorería paso mañana, este calor de la san puta no va a bajar por lo pronto hasta mañana, a quien le importan las putas mantas.
(*)
Suena el teléfono, me engancha adormecida en el sillón mirando la novela del mediodía… HOLA, digo… “oime una cosa, Marta esta rara… sabes que Marta no luce a nada… nunca… pero te digo una cosa, Marta esta rara”, jamás un hola ni una mierda con Angelita, el OIME de esa tilinga viene cumpliendo funciones de variados tipos… llamada de atención, saludo, inicio de insulto, la cena esta servida, me paso por el traste a los vecinos, soy una retorcida… etcétera. VOY PARA ALLA, le contesto. Y sabiendo que antes de terminar de escuchar la frase, va a cortar, pues bien, ni me despido.
Marta rara. A la mierda. Mejor que Eduardo se haya acordado de la medicación. Voy para allá, no especulo, voy para allá. Me intriga saber que le implica “rara” a la otra perra. Estoy saliendo con la cartera en el aire, a medio cruzar por la espalda, cuando llega Juancito el del último piso… ESTA LISTO JOYCE? Me pregunta. Lo miro con cara de “QUE COSA?” ah digo…. Perdoname, salía apurada. Corro nuevamente hacia adentro terminando de poner la cartera en su sitio, manoteo del perchero el bretal, le chiflo a Joyce… el tipo se toma su tiempo en venir, nació con toda la fiaca puesta ese animal. Pero al menos hizo mejoras desde que sale de paseo con sus amiguitos.
GUTIERREZ…. HAY ALGO QUE VOY A COMENTARLE, PERO NO DEBE SALIR DE ESTA OFICINA.
Le dice Armando (jefe de personal a Gutiérrez). Escupa de una vez.
(10/3/11)