miércoles, 9 de marzo de 2011

número 2 = No se puede más así.

Uno, dos, tres.

Y dice así.

GUTIEEEEERREEZ!!!!!!!!!!!!!!

Le grita el jefe de personal al infeliz de nuestro Gutiérrez, afiebradamente le grita el tipo… lo que implica copioso sudor… camisa pegada en la espalda, manchoneada en las tetillas y la barriga. Gota que corre ya inexorablemente por la sien. Todos sabemos como alguien furioso y afiebrado puede lucir, más con esos kilos extra acumulados por la dejadez de años… Armando ((jefe de personal) no solo cultivaba el arte del buen comer – beber, sino que descreía INCLUSO de correr tras una pelota con amigos, el tan popular balón pie, desde allá lejos en su juventud.

No importa ahora si a Armando (jefe de personal) le gusta o no el fútbol, que va… el asunto es que esta mega furioso con Gutierrez… los compañeros de oficina, miran, piensan, otra vez sopa. Ufff al menos hoy no me toco a mí. Gutiérrez levanta la mirada de su ordenador, hace un rápido recorrido de tanteo entre sus colegas. Todos absolutamente todos, desvían la mirada. Se para. Y cordialmente, como suele ser todo todo el tiempo, pregunta “Digame Sr. Pastore, en que puedo ayudarle?” los compañeros, miran, piensan, este tipo jamás va a cambiar la frase. Es un pelotudo.

A MI DESPACHO, AHORA.

No me gusta como me trata este caballero pensaba para sus adentros Gutiérrez, no me gusta que mis colegas hablen mal a sus espaldas tampoco. No me gusta que se burlen de sus defectos. También se burlan de los míos. Se burlan entre ellos de los de todos ellos mismos. No me gusta. No me gusta que levante de manera tan estruendosa y poco cordial su voz. Pero no tengo muchas opciones creo. Piensa Gutiérrez. Quien paga el alquiler? Quien le envía a Marta secretamente esas galletitas Holandesas que tanto ama? Cincuenta mango la caja, una barbaridad de precio. Pero Marta las ama. Y quien va a pagarlas si no soy yo.

EN QUE PUEDO SERLE UTIL SR. PASTORE?

SIENTESE GUTIERREZ, ALGO ANDA MAL. TENEMOS QUE HABLAR.

(…)

Voy en el colectivo rumbo a mi cita con el odontólogo mirando los colores de Buenos Aires… los rosas que las flores de ultima hora andan desperdigando por ahí… no debería de haber aceptado este horario para el turno, pienso. Si Eduardo se llega a olvidar de mandar a la tintorería las mantas de Marta, con que se va a tapar la pobrecita? El otoño tarde o temprano (más bien temprano) va a venir. Salgo del odontólogo pensando en la tintorería, en Eduardo, en si se habrá acordado de la tintorería, en Marta, en pobrecita. En esa otra sorete que no es capaz de compartirle parte de sus abrigos de cama. Pienso, no es capaz de compartirle nada. Y que haría esa mugrienta sola de su maldita vida me digo… sin Martita allí. Casi como secuestrada. Pienso dos cosas más, como no logro sacar a Marta de ese sitio y que porque antes de ir al odontólogo no voy a terapia. Me haría mejor. Y el efecto de esta anestesia de mierda no existiría.

Podría sacar a Marta. Se me ocurriría la idea precisa y necesaria.

“Mira Marta, la de enfrente parece que tiene macho nuevo… no le cuesta nada conseguirse un fato. Un segundo le cuesta a la descarada…. La ves? Lo ves a ese señor ahí? Que vergüenza, por favor. No se puede más así.”

NO SE PUEDE MAS ASI.

Contesta finalmente Marta, y casi mata a Ángela del espanto.

(9/3/11)

1 comentario:

Martín Tejada dijo...

Estallidos.

Como el del señor Pastore.
Que se apellida como ese flaquito que hace magia en Europa sobre el verde césped; y perpetúa la explosión desde los días en Parque Patricios.

Porque no siempre se puede así.
Y para llegar hasta allá, hay que valvular. Pautar con uno mismo. Regular. Administrar. O en su defecto, dinamitarlo todo. Si los demás no se dignan a cambiar la piel, que ponga uno el pescuezo.